Para comprender el significado de depender de Dios es necesario muchas veces, llegar al punto de perderlo todo y contar solo con Él.
Depender de Dios no es fácil puesto que vivimos en una sociedad que no solamente nos enseña a ser independientes desde muy jóvenes, sino a desechar a Dios por completo de nuestras vidas.
En la actualidad y de manera lamentable, en lo que menos pensamos es en Dios y mucho menos para siquiera creer que podemos depender de Él. Eso suele sonar hasta ridículo y absurdo en un mundo tan materialista como el nuestro.
Depender de Dios totalmente es la clave de la vida del cristiano, porque es la forma en que Jesucristo vivió a su paso por el mundo, dándonos su ejemplo.
Depender de Dios y no de nuestros recursos, es lo que Jesucristo quiso enseñarnos con su ejemplo a su paso por la tierra, pues su conexión con Dios fue tan perfecta, que jamás hizo nada sin consultarlo primero con el Padre.
En Juan 6:1-13, narra cómo Jesucristo pudo alimentar a más de 5000 personas con tan solo cinco panes y dos peces. El contraste de la demanda de personas para comer y los recursos existentes era enorme, sin embargo, Jesús lo hizo, demostrando cómo es posible superar situaciones imposibles.
El Hijo depende totalmente de Dios.
Muchos pudieran decir que lo que Jesucristo hacía, lo hacía porque era Dios, pero cuando Él vino al mundo renunció por ese tiempo a su divinidad, aunque seguía siendo Dios. Jesucristo en la tierra era un hombre común y corriente como tu o como yo, pero la gran diferencia radicaba en su estilo de vida, en su completa conexión con Dios, que le permitía depender de Él totalmente como Él mismo lo afirmaba: “No puedo hacer nada por mi mismo, porque no busco mi voluntad sino la voluntad del Padre”, Juan 5:30.
¿Porque lo hacía? Porque quería demostrarnos lo que implica depender de Dios completamente y los innumerables beneficios que eso conlleva, y esos beneficios están más que confirmados en el Salmo 37:5-6 que expresa lo siguiente: “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en Él y Él hará. Exhibirá tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía”.
Jesucristo en el mundo dependía completamente de Dios y lo demostraba consultando al Padre en todo lo que hacía. Jesucristo ayunaba, Jesucristo oraba y Jesucristo estudiaba la Palabra de Dios, entonces el Antiguo Testamento, y era eso lo que lo mantenía firme en las tentaciones, porque la Biblia narra que fue tentado muchas veces.
Jesús permaneció santo en la tierra pero no por ser Dios, sino porque dependía totalmente del Padre y su conexión con Dios era perfecta. Era la total dependencia de Dios la que le permitía a Jesús hacer milagros. Los milagros de Jesús no eran evidencia de su deidad, porque muchos en la Biblia los hicieron sin ser Dios. Moisés, Pedro, Pablo y algunos de los Profetas por ejemplo, hicieron milagros y no eran Dios.
Todos ellos incluyendo a Jesús, eran solo instrumentos de Dios para hacer milagros, y lo lograban enteramente porque su dependencia de Dios era total.
Aprender a depender de Dios.
Depender de Dios significa reconocer el Señorío de Jesucristo en nuestra vida y no es fácil, porque a pesar de su mismo ejemplo de dependencia con el Padre, muchos cristianos no aprenden a depender de Dios. La mayoría de las personas cuando enfrentan las dificultades de la vida, tratan de resolverlo todo tomando en cuenta tan solo sus propios recursos, sin tener en cuenta a Dios.
Pero no debe ser ese el caso de los cristianos, porque ¿cuáles son pues las ventajas de ser cristianos si vivimos del mismo modo que aquellos que no lo son? Jesucristo vino a ofrecernos una vida abundante y cómo se supone que la vamos a recibir si ni siquiera queremos tomar en cuenta a Dios.
El cristiano debe aprender a depender de Dios.
Debemos aprender a depender de Dios como Jesucristo nos enseñó, pero para hacerlo debemos tener una perfecta relación con Dios basada en la obediencia a su Palabra y la oración diaria, permaneciendo en Cristo. Nuestra dependencia de Dios debe ser total del mismo modo que un bebé depende enteramente de su madre.
Un bebé no hace nada por su cuenta porque no puede hacerlo y no sabe cómo, así mismo debemos ser nosotros con el Padre, es decir, no hacer nada sin consultarlo primero a Él. ¿Difícil no? Pero no imposible. Todo es cuestión de hábitos y te aseguro que una vez aprendes esto tu vida será mucho más fácil porque las decisiones que tomes van a estar siempre respaldadas por Dios y bajo su Voluntad.
Recuerda que Él siempre quiere lo mejor para nosotros, de tal manera que no lo excluyas de tu vida y te evitarás grandes dolores de cabeza.