Si despiertas una mañana con un extraño en tu cama, y es tu conyugue; si experimentas un alejamiento silencioso de las vidas de ambos que lesiona toda conexión emocional; si percibes un implacable desgaste del amor y la esperanza, si tu relación se encuentra en un abismo sin fondo de dolor y enojo tal que cada día te lanza a un nivel de desesperación más profundo; si cada palabra que se dice, produce una zanja más grande entre ustedes hasta que se convierte en una barrera impenetrable que les mantiene separados a millas de distancia; entonces tienes que saber que ninguna de las cosas mencionadas anteriormente es la voluntad de Dios para tu vida.
La voluntad de Dios es derrumbar todas estas barreras y sacarte de ese abismo. No importa si a lo largo de tu matrimonio has padecido dolor, indiferencia, abuso, muerte de un hijo, infidelidad, pobreza, enfermedad, etc. Él puede y quiere sanar esas heridas y traer de nuevo amor a tu corazón. Nada ni nadie más puede hacerlo.
Quizá estas apunto de tomar la decisión y abandonar lo que para ti es insalvable, pero quiero decirte que no es casualidad que estés leyendo este artículo, Dios siempre escucha nuestras oraciones y tal vez esta sea su respuesta a lo que le has pedido tantas veces….
Cuando te uniste en matrimonio, Dios los hizo un sólo ser con él, de tal manera que las oraciones de la esposa por su esposo tienen un efecto mucho mayor sobre él que las de cualquier otra persona (incluyendo a su madre). La fortaleza de un hombre y su esposa, unidos en la presencia de Dios es mucho mayor que la suma de fuerzas de cada uno de ellos de forma individual. Esto es porque el Espíritu Santo les une y añade poder a sus oraciones.
No des por perdido tu matrimonio. Pídele a Dios que te dé un esposo nuevo. Él es poderoso para tomar ese que tienes y hacerlo una nueva criatura en Cristo. Los cónyuges no están destinados a discutir, a estar separados emocionalmente, a vivir en muerte matrimonial ser infelices o divorciados. Nosotros tenemos el poder de Dios de nuestro lado. No tenemos que dejar nuestro matrimonio a la suerte. Podemos luchar por ello en oración y no rendirnos, porque mientras estemos orando, hay esperanza.
Pero tú tienes que levantarte y decir: “Señor, oro porque finalice este conflicto y que se rompa lo que mantiene la contienda en nosotros. Quítanos el dolor y la armadura que nos hemos puesto para protegernos. Sácanos del abismo del resentimiento. Habla a través de nosotros para que nuestras palabras reflejen tu amor, paz y reconciliación. Derrumba esta pared entre nosotros y enséñanos como caminar por encima de ella. Capacítanos para levantarnos de esta parálisis y movernos en la sanidad y salud que tú tienes para nosotros”.